¿Quiénes son los "Blacks Blocks"?
¿Son anarquistas? ¿Qué persiguen? Lo único cierto es que se agrupan en las protestas sociales, no tienen líderes identificados y protagonizan los actos vandálicos más graves. Han estado en Brasil, pero también en España, México, Grecia, Egipto y Estados Unidos.
Las violentas escenas vividas en el centro de Río de Janeiro la noche del pasado lunes han sido descritas torpemente como responsabilidad de "manifestantes" en los medios de comunicación de Brasil, particularmente aquellos que son proclives al gobierno.
Pero esa etiqueta genérica no representa las intenciones de unos 10.000 maestros, estudiantes y sindicalistas que habían convocado a una marcha digna y pacífica. Además, no logra identificar las intenciones y motivaciones de los pocos jóvenes enmascarados vestidos de oscuro que destrozaron, quemaron y vandalizaron lo que encontraban a su paso por el centro histórico de Río, en una orgía de violencia.
Porque junto a los manifestantes que esgrimían banderas políticas caminaban unos 200 o 300 muchachos, y algunas muchachas, vestidos de negro de pie a cabeza. Casi todos tenían sus rostros cubiertos, aunque pocos llevan máscaras ahora porque es una causal de arresto debido a un reciente y controvertido decreto del gobierno regional. Ellos son los Black Blocs, cuyas acciones al margen de la manifestación principal convirtieron en violento un evento que hasta ese momento había sido pacífico.
Los Black Blocs son un enigma que nadie logra descifrar. ¿Anarquistas? ¿Jóvenes frustrados? ¿Anticapitalistas decididos a avergonzar al gobierno y generarle problemas cuando los ojos del mundo están sobre Brasil? No son exclusivos de Brasil y de hecho han estado destructivamente activos en manifestaciones antiglobalización desde Seattle, en Estados Undos, hasta Grecia o Egipto.
No es un grupo permanente, no están vinculados a un sector social o profesional. Se mueven en el ciberespacio organizando acciones a través de Facebook y otras redes sociales. Los Black Blocs detestan los símbolos de la autoridad y más aún a las corporaciones multinacionales a las que acusan de explotar a Brasil y su pueblo. Por eso no es sorprendente que la Cámara de Comercio y el Banco de Brasil, ubicados uno cerca del otro en el centro de Río, estuvieron entre los primeros objetivos de su furia. Luego del tardío despliegue policial, los violentos se retiraron, aunque generando destrozos en negocios y edificios mientras se diluían en las sombras.
Las reacciones a los eventos de la noche del lunes en Río y Sao Paulo, donde hubo demostraciones menores, han sido mixtas: desde la previsible condena en círculos políticos y los principales medios de comunicación hasta la postura reflexiva de otros grupos que participaron en la manifestación original. Algunos sindicalistas condenaron el "secuestro" de su marcha pacífica y algunos exigieron saber a quién representan y qué agenda manejan los Black Blocs. Pero también, una minoría argumenta que la destrucción es un inevitable síntoma de un sistema en el que, hasta ahora, la policía antimotines ha sido acusada de uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes y en el que los políticos corruptos disfrutan del poder mientras los brasileños luchan por estirar el presupuesto.
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