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Facebook y el fin de la amistad

Publicado: 2013-10-15
Hoy en día, basta con cruzarse cinco minutos con alguien en una fiesta para hacerse amigo en Facebook al día siguiente. En un libro reciente, "T’es sur facebook", la filósofa Anne Dalsuet evoca las convulsiones sociológicas provocadas por las redes sociales. ¿En un mundo hiperconectado, todavía tiene sentido la amistad? Una entrevista de David Doucet.

¿Las redes sociales redefinieron la amistad?
Si seguimos la definición de Aristóteles, la amistad es un vínculo entre los seres humanos, similares e iguales. Constituye un modelo tan ético como político. Es un vínculo afectivo que sobrepasa la mera justicia, una sobreabundancia que aumenta la alegría de sentirse vivo. Aumenta el conocimiento de uno mismo y nos conduce a compartir acciones y pensamientos. La paradoja con las redes sociales es que explotan las características y las especificidades de la amistad como fueron inscritas y codificadas por este discurso filosófico, pero para adaptarlas a fines promocionales o comerciales.
¿Qué sentido toma la noción de amistad en Facebook?
Uno se hace amigo o más bien “friend”, sin necesariamente conocer al otro ni darse tiempo para descubrirlo. La socialización numérica, lo que uno llama el “friending”, tiene más que ver con la búsqueda de nuevos vínculos que con el fortalecimiento de vínculos ya existentes.
¿La amistad se ejerce de manera distinta?
No podemos decir que sea absolutamente distinta. Sociólogos como Antonio Casilli observaron que eso no modificaba las amistades preexistentes. Las amistades se suman pero no se reemplazan.
Como en la película eXistenZ de David Cronenberg, ¿hay un riesgo de que el cuerpo no tenga un papel fundamental en el futuro?
Es verdad que la amistad 2.0 ya puede existir sin lugar ni cuerpo. Las redes numéricas nos ofrecen la capacidad de desafiar las leyes habituales del encuentro y del espacio social. El cuerpo no juega más un papel ontológico fundamental. En las redes sociales, podemos decidir nuestra visibilidad, controlar nuestra imagen, retocar nuestras imperfecciones, elevar nuestras cualidades e incluso disimular nuestra apariencia física. Sin embargo, el cuerpo no desapareció. Más bien ha sido transformado, especialmente con las tecnologías androides. La tactilidad se expresa distinto. Hoy y en el futuro el cuerpo va a integrar la red.
Gracias a las redes sociales, podemos tener el sentido de una omnipresencia. ¿Tocamos al mito de la ubicuidad?
En Facebook, la omnipresencia es casi es un imperativo. La noción de lejano o de alejamiento ha sido transformada. Nuestra invisibilidad física tiene como contrapartida la posibilidad de controlar o de ser uno mismo vigilado en el sitio. En Facebook, por ejemplo, una señal verde en el margen indica que estás online. Hay que estar presente y activo en la red. Hay una incitación al contacto permanente. Hay que hacerse presente, mostrar imágenes de uno, comentar, poner “like”.
¿Las nuevas generaciones exponen más su vida privada que en el pasado?
Si, sin duda. La relación con el pudor se desplaza, tal como las fronteras. Hay una preferencia para una cierta forma de transparencia. Nuestras afinidades electivas también han sido afectadas por las redes sociales, y las modalidades del encuentro sacudidas, o renovadas, empezando por el lugar. Ahora, se dice “nos encontramos en Facebook”: a esas expresiones propias del mundo numérico uno le pone un sentido original.
¿Hay tantos encuentros IRL (“in real life”) que en el pasado?
Es una idea preestablecida de pensar que disminuyeron. Para los griegos, la amistad requiere de la proximidad física, no se vive a distancia. Necesita de la experiencia común de lo cotidiano, el reparto de un mismo territorio. Hoy la tecnología numérica permite vivir distinto. Los lugares de la vida se suman. Estamos en el “hipercontacto” permanente. ¿Quién apaga su smartphone hoy cuando toma un café con alguien? Mientras charlo, estoy conectado con otras personas gracias al teléfono. Las dos realidades se completan.
¿Este “hipercontacto permanente” se puede explicar por una dificultad más grande de soportar la soledad?
Si, nos impide concebir un mundo distinto de uno regido por la proximidad y la disponibilidad. Las redes sociales firmaron el fin de un mundo de la separación. Existimos ahora bajo el régimen de la presencia conjunta. Podemos recorrer otros mundos sin levantarnos de nuestra silla, hablar a la distancia de cosas intimas, a veces sin conocer a nuestro interlocutor. Lo hacemos como usuarios más o menos informados, a menudo cándidos, confundiendo el mapa y el territorio, la información y el saber, la representación y su fuente. Hay una abolición progresiva de lo lejano en beneficio del acá.
En tu libro decís que hay que repensar la utilización de las redes sociales. ¿Por qué?

Pensaba sobre todo en Facebook. Como la mayoría de las redes sociales con un objetivo económico y una política imperialista, constituye un nuevo Estado en expansión perpetua, con su monopolio, sus normas de pertenencia, su constitución y sus funciones de gobernabilidad. Esta valoración de la amistad en términos cuantitativos, como un objetivo económico, no es lo que promovió Mark Zuckerberg cuando creó Facebook. Entonces tenemos que repensar la utilización que hacemos de las redes sociales, técnicamente, jurídicamente y éticamente. Sin legislación adaptada y sobre todo sin educación emancipadora, los usuarios se encuentran fácilmente victimas de sus propias acciones, su ignorancia o su ingenuidad.

Fuente: InRocks


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