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foto: The Washington Post

Un Papa incómodo para los más conservadores

The Washington Post recoge cuestionamientos de católicos tradicionalistas al estilo de Francisco y su pedido de no "obsesionarse" con la doctrina de la Iglesia

Publicado: 2013-10-21

Inquietos por el reclamo de Francisco de no "obsesionarse" con la doctrina, por su manifiesta reticencia a juzgar a los homosexuales y por su evidente predisposición para dialogar casi con cualquiera, incluidos los ateos, muchos católicos conservadores están haciendo lo que hasta hace poco parecía impensable: están cuestionando abiertamente al Papa, dice The Washington Post

La preocupación entre los tradicionalistas comenzó a gestarse poco después de la elección de Francisco. Casi de inmediato, el Papa les dijo a los periodistas no católicos que los bendeciría en silencio, por respeto a sus convicciones. Poco después, trastocó una de las prácticas del Vaticano, al incluir mujeres en una ceremonia de lavado de pies.

Incómodos, los tradicionalistas empezaron a criticarlo cuando en una entrevista Francisco dijo que los católicos no deberían "obsesionarse" con imponer su doctrina, incluidos el matrimonio gay y el aborto. Luego, a principios de este mes, Francisco le dijo a un periodista ateo que la gente debería seguir el camino del bien y luchar contra el mal "como cada cual lo entienda". Esos comentarios llegaron después de una entrevista con periodistas a bordo del avión papal, donde declaró que su rol no es juzgar a los gays "si éstos aceptan al Señor".

Poco importó que el Papa también dejara en claro su apego a la doctrina de la Iglesia. Detrás del creciente escepticismo, en algunos ámbitos anida el temor a que la apertura del papa Francisco hacia todos y su lenguaje espontáneo, tan abierto a todo tipo de interpretaciones, terminen echando por tierra las décadas de esfuerzo de la Iglesia para marcar claramente la doctrina católica. Algunos conservadores también sienten que el Papa está socavando esa doctrina, en momentos en que se ve amenazada como nunca por una creciente cultura laica.

"Cuando un grupo abortista te envía una nota de agradecimiento, queda claro que algo fue comunicado de manera errónea", dijo Robert Royal, presidente del grupo de estudios Faith & Reason, a Michelle Boorstein y Elizabeth Tenety, periodistas de The Washington Post.

"Francisco es un hombre notable, nadie puede negarlo -dijo Royal-. Pero no estoy seguro de que le preocupe demasiado la precisión de sus palabras. Entra en una dinámica de evangelización con la gente y eso parece ser lo más importante? Pero de alguna manera inquieta a la gente. Si ahora hace esto, ¿qué sigue después?"

Durante las tres décadas pasadas, los papas Juan Pablo II y Benedicto compartían un mismo enfoque: que las enseñanzas de la ortodoxia quedaran claras como el agua, para que los católicos no se perdieran en un mundo cada vez más relativista.

Los católicos también se acostumbraron a papas que le hablaban mayormente a "la Iglesia", más que a la gente en general. Esos hombres solían hablar en el lenguaje de la teología católica y a través de libros, no a través de largas entrevistas de temática libre, como el papa Francisco.

"En el pasado, todo lo que uno escuchaba de un papa estaba preparado previamente y era comunicado por canales formales. Y eso era deliberado, para no decir nada ad hoc. Y también es deliberado lo que hace este papa", dijo Phil Lawler, editor de la agencia de noticias conservadora Catholic World News. "Creo que todo su enfoque está puesto fuera de la Iglesia, y eso es grave."

Muchos conservadores creían saber lo que hace a un "buen católico". Eso es porque los últimos dos papas dejaban en claro que era esencial seguir la doctrina de la Iglesia, con especial énfasis en la necesidad de oponerse al aborto y a la igualdad homosexual. Ahora, muchos de esos mismos tradicionalistas intentan reconciliar las declaraciones de aparente apertura de Francisco con ese sentido de lo que implica ser católico. Las conclusiones a las que llegan difieren enormemente.

Algunos dicen haber orado profundamente sobre esos temas y haber descubierto que enfrentarse con esas disonancias ha fortalecido su conexión con su fe. Divulgan en Internet ensayos con títulos como "El papa Francisco me mata" y "Por qué el papa Francisco me perturba tanto".

Mary Ellen Barringer, residente de Silver Springs que asiste a misa diariamente, dice que extraña "con desesperación" a Benedicto. Afirma que Francisco de inmediato desafió a los católicos a ir más allá. Además, señala haber sentido que el Papa les decía a personas como ella que firmar cheques para causas a favor de la vida no era suficiente y que había que acercarse más a los desprotegidos y los pobres. Dice haberse sentido menospreciada frente a los católicos menos tradicionales. "Nos está llamando a todos y cada uno de nosotros a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, algo realmente difícil de hacer", dijo.

Gregory Popcak, consejero radial de pareja y de familia y terapeuta de Ohio, relata haber tenido que orar profundamente cuando varios de sus pacientes usaron las palabras de Francisco para retrucarle su explicación de las enseñanzas de la Iglesia en materia de sexualidad.

Primero, sintió frustración, luego vergüenza. Fue cuando le vino en mente la parábola del hijo pródigo, en la que se identificó con el hijo bueno. "El hijo bueno se quedó en casa, hizo todo lo que su padre le dijo", escribió Popcak en un reciente ensayo que publicó online y con el que muchas personas se sintieron reflejadas de inmediato. "Las personas que abandonaron la Iglesia, que odiaban a la Iglesia? de pronto se dieron cuenta de que Dios los amaba, que la Iglesia les abría los brazos, y yo no pude más que sentir resentimiento".

Algunos católicos sienten que Francisco está reavivando las peleas que siguieron al Concilio Vaticano II. En ese entonces, los conservadores sintieron que los católicos progresistas malinterpretaban la intención del Concilio y llevaban la "apertura" demasiado lejos.

Los últimos dos papas parecían acordar en priorizar el establecimiento de la "identidad católica" entre la gente y las instituciones, enfatizando la importancia de una doctrina clara que no deje lugar a dudas, en especial en temas relacionados con la reproducción humana y el matrimonio.

"Aquellas encendidas discusiones en las parroquias? No quiero volver a pasar por eso -dijo Lawler-. Las cosas por fin se estaban calmando."


Texto original de The Washington Post (traducción del diario La Nación)


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