Por RAJ CHETTY

Hay un dicho antiguo sobre los economistas: Si le preguntas algo a tres economistas, obtendrás tres respuestas diferentes. 

Y esto al respecto de la premiación del Nobel en Economía: Se premiaron a tres economistas, dos de los cuales tenían teorías divergentes con respecto a un mismo tema, los mercados financiero e inmobiliario.

El tema de los desacuerdos entre los propios economistas sugiere que la economía se trata de un disciplina confundida, una ciencia falsa cuyos resultados no pueden ser útiles para poder tomar decisiones sobre políticas económicas.

Ese punto de vista es injusto y desinformado. Reclama que la economía no está hecha de disciplinas empíricas, como la medicina.

Es verdad que las respuestas a varias preguntas macroeconómicas, como las causas de la recesión o los determinantes del crecimiento, se mantienen vagas y esquivas. Pero los desafíos enfrentados por los economistas no son diferentes a los que se encuentran en medicina y salud pública. Los investigadores de salud han trabajado por más de un siglo para entender la figura completa de los efectos de la dieta y el estilo de vida sobre la salud y el envejecimiento, pero aún no tienen un entendimiento científico completo sobre estas conexiones. Algunos estudios nos dicen que consumamos más café, vino y chocolate; pero otros recomiendan lo opuesto. Sin embargo, muy pocas personas debaten si la medicina es una ciencia o si los doctores no deberían tomar decisiones basadas en la mejor evidencia disponible.

El desafío fundamental que enfrentan los economistas es su habilidad limitada para realizar experimentos. Si se pudieran hacer decisiones en política económica de una manera aleatoria y luego observar qué le sucede a la economía y a la vida de las personas, se podría contar con un entendimiento preciso de cómo funciona la economía y así mejorar las políticas económicas. Pero los costos prácticos y éticos de experimentos con esas características están descartados. (No se querría crear más crisis financieras sólo para entender cómo es que se dan).

Aún así, los economistas han comenzado a superar estos desafíos desarrollando herramientas que se aproximan a experimentos científicos para tomar decisiones económicas específicas. 

En décadas previas, los más importantes economistas eran teóricos como Paul Krugman y Janet Yellen, cuyos modelos aún guían el pensamiento económico. Hoy en día, los economistas más destacados son empíricos como David Card y Esther Duflo, quienes se enfocan en evaluar las antiguas teorías para formular nuevas que se ajusten a la evidencia.

Por ejemplo, se ha realizado investigación económica que ha permitido conseguir simples e irrefutables hallazgos que tienen implicancias en las decisiones sobre el desempleo: Al aumentarse los beneficios del desempleo se puede proveer de asistencia a los desempleados sin incrementar sustancialmente las tasas de desempleo.

Aún en aquellos experimentos que no son factibles, hay maneras de usar grandes bases de data para responder preguntas sobre política económica.

Mientras que la disponibilidad a la data se incremente, los economistas continuarán siendo más empíricos, materia científica. 

Por ahora, es simplista e irresponsable usar los desacuerdos entre economistas como una excusa para ignorar el consenso en varias materias y su habilidad para ayudar en la toma de decisiones basada en evidencia en vez de ideología.

Tomado de: The New York Times

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