Lo llamaban la "voz de los sin voz". Y el monseñor Óscar Arnulfo Romero recién llegará a los altares mañana 23 de mayo con su beatificación, 35 años después de su asesinato en plena misa en su natal El Salvador. 

El "martirio" de Romero fue reconocido en febrero pasado por el papa Francisco en un decreto que estableció que el arzobispo de San Salvador fue asesinado por "odio a la fe", por lo que será beatificado el próximo sábado en un acto al que se espera la asistencia de cerca de 300.000 personas.

"San Romero de América", como le llaman los salvadoreños, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un comando de ultraderecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de cáncer Divina Providencia de San Salvador.


UNA TRAYECTORIA DE LUCHA

El arzobispo nació en el seno de una familia humilde en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917, y se caracterizó por su defensa de los pobres y por su denuncia de los abusos de los Derechos Humanos en los años previos a la guerra civil de El Salvador (1980-1992).

El asesinato el 12 de marzo de 1977 de su amigo Rutilio Grande, un sacerdote promotor de comunidades cristianas de base, fue un punto de inflexión en la vida de Romero, que a partir de ese momento se convierte en un implacable defensor de los Derechos Humanos.

Romero fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942, después de completar su formación teológica en la Universidad Gregoriana de Roma y de haber pasado por el seminario jesuita de San José de la Montaña.

De regreso en El Salvador en 1943, fue destinado a la parroquia de Anamorós, en el departamento de La Unión, y poco después, a la ciudad de San Miguel como párroco de la catedral y secretario del obispo.

En 1968 fue elegido secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador y ocupó el mismo cargo en el Secretariado Episcopal de América Central. El 21 de abril de 1970, fue nombrado por Pablo VI obispo auxiliar de San Salvador y recibió la consagración episcopal el 21 de junio.

En 1979 fue nominado al Premio Nobel de la Paz, galardón que, aunque no le fue concedido, para sus compatriotas es "el Nobel de El Salvador".

[Lee también: El día en que Juan Pablo II se negó a escuchar a monseñor Romero]

Fue asesinado el 24 de marzo de 1980 y la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes ocurridos durante la guerra, dictaminó en su informe de 1993, que Romero fue asesinado por orden de Roberto d'Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha) y gobernó el país entre 1989 y 2009.

En 2004, un tribunal de Estados Unidos declaró al capitán Saravia responsable del crimen y en 2010 se supo que Marino Samayoa Acosta, subsargento de la extinta Guardia Nacional y miembro del equipo de seguridad del presidente, había sido el autor de los disparos que realizó por orden de d'Aubuisson.


CAMINO AL RECONOCIMIENTO

El 24 de marzo de 1990, diez años después de su muerte, se iniciaron oficialmente las gestiones para canonizar al prelado, pero recién en 1997 el Vaticano acepta la validez de la causa.

Estancado desde entonces, en abril de 2013 el papa Francisco desbloqueó el proceso y dos años después, el 3 de febrero de 2015, aprobó el decreto que reconocía el "martirio" de Romero "in odium fidei", es decir, que fue asesinado por "odio a la fe", por lo que para su beatificación, prevista para el 23 de mayo en San Salvador, no es necesario reconocer un milagro. (EFE)


Notas relacionadas en LaMula.pe:

Rubén Blades recuerda a Arnulfo Romero, el cura que se levantó contra la opresión y la miseria

Papa Francisco declara mártir a Arnulfo Romero

Juan Pablo II a Óscar Romero: No quiero escucharte