Irlanda dijo "sí, quiero" al matrimonio homosexual. El país católico por antonomasia, donde la homosexualidad era "ilegal" hasta 1993, es el primero del mundo en dar la bendición al matrimonio entre parejas del mismo sexo en un referéndum y por una diferencia inapelable de 20 puntos de ventaja (62% el sí y 37% no), al 50% de los votos escrutados.
Acto seguido, Dublín se convirtió en una fiesta arco-iris, con epicentro en el mítico Panti Bar, junto al río Liffey, convertido en un reguero de espumosa Guinness para celebrar la histórica victoria.
La enmienda constitucional que votaron los irlandeses y que reconoce como tal el matrimonio entre dos personas "sin distinción de género" fue impulsada por la coalición de Gobierno entre los cristiano-demócratas de Fine Gael y los Laboristas.
Incluso el ministro de Salud irlandés, Leo Varadkar, se pronunció al respecto:
"Es un día histórico para Irlanda y vamos a ser un rayo de luz para el resto del mundo (...) Algo se ha despertado dentro de los irlandeses con este referéndum".
Revolución social
El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, afirmó hoy que el "sí" del electorado irlandés al matrimonio homosexual es un ejemplo de la "revolución social" que atraviesa "desde hace tiempo" este país y reconoció que la Iglesia católica debe reaccionar a estos cambios.
Martin concedió que ha llegado el momento de que la jerarquía católica inicie un proceso de profundo debate y de "revisión de la realidad".
El máximo dirigente de la archidiócesis de Dublín dijo que las autoridades católicas deben hallar un "nuevo lenguaje" para propagar más eficazmente el mensaje de la Iglesia, sobre todo entre los más jóvenes, cuyo voto ha resultado clave en la consulta sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Con la victoria del "sí", el matrimonio entre parejas del mismo sexo será reconocido por el artículo 41 de la Carta Magna, lo que le concederá protección constitucional y le equiparará al matrimonio tradicional.