La falta de regulación de la marihuana medicinal y el pedido para que sea tratada como cualquier otro medicamento -pasando los controles y ensayos clínicos necesarios para su aprobación- ha desatado un gran debate sobre su estigmatización y su potencial uso en la medicina moderna

Y es que en el artículo publicado en la revista de la Asociación Americana de Medicina (AMA), los investigadores de la Universidad de Yale Deepak Cyril D'Souza y Mohini Ranganathan hacen una distinción entre las propiedades del cannabis y de los cannabinoides empleados en diversos productos en la actualidad.

El editorial se apoya en dos estudios publicados en la misma revista sobre el uso de este tipo de sustancias: el primero pone en duda la eficacia de la marihuana como tratamiento para mitigar ciertas dolencias, como la ansiedad o la mejora de los efectos secundarios de la quimioterapia en enfermos de cáncer; y el segundo habla sobre un análisis de los productos comestibles de marihuana medicinal que muestra que las cantidades de cannabinoides (compuestos químicos contenidos en la marihuana) no se corresponden a las que vienen indicadas en sus etiquetas.

Para llegar a esta conclusión los investigadores analizaron 79 ensayos clínicos previos, realizados en casi 6.500 participantes, y los resultados de este meta-análisis mostraron que, pese a que la mayoría de los estudios previos sugerían que el consumo de cannabinoides estaba asociado con una mejoría en ciertos síntomas, esta relación no queda clara en todos los casos, ya que los resultados no son estadísticamente significativos.

De entre todos los estudios analizados, algunos resultados sí justifican el uso de marihuana para ciertos tratamientos, como mitigar dolores crónicos provocados por varios tipos de cáncer o mejorar algunos de los efectos secundarios de la esclerosis múltiple.

Sin embargo, el artículo mostró que las pruebas que relacionan el consumo de cannabinoides con mejoras en las náuseas y vómitos debido a la quimioterapia, la ganancia de peso en el VIH, los trastornos del sueño o el síndrome de Tourette, son de “baja calidad”, según concluyen los autores.

Otra de las debilidades de los ensayos analizados, de acuerdo con los investigadores, es que en la mayoría de ellos no se han realizado estudios en función del tipo de los cannabinoides o su modo de administración.

Los principales cannabinoides utilizados en el ámbito médico son el tetrahidrocannabinol, más conocido como THC, y el cannabidiol, este último el más utilizado debido a que, a diferencia del THC, no es psicoactivo y tiene un efecto sedativo que puede inhibir la transmisión de señales nerviosas asociadas al dolor.

En ese sentido, los autores señalan que es necesario “efectuar extensos ensayos clínicos para confirmar los efectos de los cannabinoides, así como investigaciones suplementarias para evaluar la planta de cannabis en si misma, ya que hay pocos datos científicos que describan sus efectos”.

En Estados Unidos, 23 estados y la capital federal Washington D.C. han legalizado el uso médico del cannabis y varios otros países tienen leyes similares, como en Uruguay, donde se está regulando su producción y venta.

“Si el objetivo de los estados en esta legalización es solamente de orden médico y no un medio para descriminalizar la marihuana, ¿por qué este psicotrópico no es sometido al mismo proceso riguroso de aprobación de medicamentos?", cuestionaron los investigadores de la Universidad de Yale.

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Con información de eldiario.es y foto de cabecera de studentsforliberty.org