La revista Rolling Stone publicó una entrevista a Mick Jones (58), ex integrante de la banda británica, quien habla sobre la influencia que tuvieron en sus seguidores. Esto se debe a que se lanzarán dos producciones: 'The Clash hits back', un repertorio de canciones de un concierto en Brixton (1982), y 'The Clash: Sound system', una caja de cinco discos clásicos junto con un DVD de imágenes inéditas del grupo.
A continuación, compartimos la entrevista.
- ¿Has sentido nostalgia al reunir material para esta caja?
- No, porque he estado más centrado en cuestiones prácticas. Han sido tres años de mucho trabajo repasando las cintas originales, entre las que ha habido que arreglar más de una. Hemos utilizado la tecnología más puntera para que estos discos suenen mejor que nunca. Siempre me ha interesado cómo graban los grupos, no los míos únicamente. Ha sido como restaurar una vieja película para verla en alta definición.
- De aparecer ahora The Clash, ¿Lo tendría más fácil o difícil para hacerse escuchar?
- Es más difícil ahora. Cuando surgimos estaba toda la contracultura hippie, frente a la que nos expresamos con el punk. Había algo ante lo que reaccionar. ¿Qué cultura puedes atacar y poner entre interrogantes ahora? Si está todo tan capitalizado…
- Pero ahora hay muchas cosas por las que estar enojado.
- Sí. Pero nosotros no expresábamos sólo mala leche, había mucho más.
- ¿Eso fue lo que los diferenció de otras bandas del primer punk británico, como Sex Pistols, Buzzcocks…?
- Puede. Teníamos dos caras diferenciadas: la nihilista, que quería destrozar todo, y otra muy sensible. Creo que despegamos gracias a esta dualidad.
- También tenían interés por el arte.
- Sí, veníamos de escuelas de arte. Nuestros primeros trajes, unos monos, los pintamos con spray, influidos por Jackson Pollock y artistas similares. Los llevábamos puestos a todas horas, no sólo cuando tocábamos.
- ¿Entonces eran conscientes de lo mucho que estaban cambiando las reglas?
- No realmente. Lo intuíamos, pero no teníamos una visión de conjunto. Simplemente queríamos diferenciarnos de las bandas anteriores a la nuestra, que no te llevaban a ningún lado, más allá de sus conciertos y sus canciones. Nuestra idea era motivar a otros para que empezaran a hacer sus propias historias.
Jones habla pausado y se preocupa por terminar sus frases. Cuesta creer que sea el mismo que le dio a su guitarra con tanto nervio e intuición en tantos temas clásicos en tan poco tiempo (su tercer álbum, London calling, fue elegido el mejor de los 80 por ROLLING STONE). Fue el peso musical de The Clash. “Yo no veo las canciones en conjunto como Mick. A menudo se pasa por alto el gran arreglista que es”, dijo de él Joe Strummer, su compañero fallecido 11 años atrás. Aunque en el otoño de 1983 este cantante de carácter fuerte le echó del grupo, aludiendo que el guitarrista se había vuelto insoportable con la fama, convertida en masiva en EE UU con el último álbum de la formación clásica, Combat rock. Para muchos, su marcha fue el verdadero fin de The Clash, que existió hasta 1986, tras escarceos con drogas, nuevos miembros que no encajaban, un disco irregular sin la formación original (Cut the crap) y un manager, Bernie Rhodes, que pasó de buen consejero exigente a manipulador egocéntrico. Tropezaron con todo aquello que habían criticado apenas un lustro antes. - Mantuvieron la amistad tras desaparecer, algo excepcional en grupos grandes.
- Cuando me echaron, claro que hubo un tiempo en el que no fuimos amigos. Pero recuperamos la amistad rápido. Tuve la suerte de estar en una banda con unos tíos excepcionales, porque en el momento era difícil mantenerse cuerdo con lo grande que se había vuelto todo.
- Al irrumpir hicieron bandera del “Hazlo tú mismo”. ¿Supuso un conflicto llenar estadios pocos años después?
- Totalmente. Constantemente nos debatíamos sobre nuestras contradicciones. Durante nuestra carrera no tuvimos un solo día de vacaciones, quizá con un poco de descanso hubiéramos tenido algo de perspectiva y habríamos evitado ponernos de los nervios los unos a los otros. El poco tiempo libre que tuvimos lo pasamos haciendo cosas para la banda.
- Casi hicieron un disco por año.
- No hubo tiempo para pensar. Fue todo muy intenso y rápido, y fuera de los focos había muchas movidas. Afortunadamente eso nunca se notó mientras tocábamos.
- ¿Te hubiera gustado una reunión?
- Sí, me hubiera gustado, para tocar en la selva amazónica, para esquimales y en muchos otros lugares donde no he estado.
- ¿Y otro disco?
- Hubiese estado bien, pero no tiene mucho sentido plantearse eso ahora.
- ¿Piensas mucho en Joe Strummer?
- Sí, un montón. Y más ahora que he trabajado tanto con todo este material: le escuchaba a través de sus letras. Ha sido bonito tener la oportunidad de estar tanto con él.
- ¿Queda algo por editar de The Clash?
- Sí, hay montones de material grabados, pero son descartes. Y la caja que sacamos ahora no va de eso.
- Tenían una puesta en escena muy impactante, ¿ensayaban coreografías ante el espejo?
- No. Se trataba más bien de una competición, por ver quién daba más de sí sobre el escenario. Estábamos muy compenetrados porque nos pasábamos los días juntos y ensayábamos un montón, por lo que teníamos muy interiorizadas las canciones y sabíamos lo que podíamos hacer.
- También exigía buena condición física, ¿no?
- Estábamos en forma porque jugábamos al fútbol todos los días, menos cuando estábamos de gira.
- ¿Y sigues jugando?
- No. Pero Paul sí lo hace todos los domingos.
- ¿Y tú qué haces los domingos?
- Ver tele (risas).
- ¿Estás al tanto de avances tecnológicos?
- Los utilizo más para cuestiones creativas, como la música o la fotografía. Me gusta internet para descubrir nuevas bandas aunque al ritmo que vamos tendrá que pasar una década si queremos saber cuáles son realmente buenas. Pero paso de redes sociales.
- Muchas gracias, Mick.
- Encantado.