Crece la influencia de China en América Latina
Pekín busca nuevas fuentes de materias primas en América Latina; la región recibe dinero fresco. Pero las relaciones cada vez más intensas no sólo reportan beneficios.
La televisión estatal china CCTV (China Central Television) tiene desde el 2007 un programa en español; desde 2011 existe una versión en castellano del diario chino People's Daily. En los últimos 32 años, China abrió 32 institutos culturales Confucio en Latinoamérica, según dio a conocer el Ministerio de Relaciones Exteriores de Pekín. Esos son solo algunos de muchos indicadores de que el gigante asiático se propone fortalecer su influencia en América Latina.
También en el plano político se estrechan los vínculos: desde 2004, China tiene status de observador permanente en la OEA y desde 2008 es miembro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Las visitas de mandatarios latinoamericanos a China, y viceversa, se multiplican.
Comercio e inversiones
Particularmente notable resulta sin embargo la creciente influencia china en el área económica. China se ha convertido en uno de los principales compradores de petróleo, minerales y metales. Sus importaciones desde América Latina se triplicaron entre 2000 y 2007. El volumen del comercio creció con fuerza y las inversiones directas china aumentaron, de 621 millones de dólares en 2001, a cerca de 44.000 millones en 2010, según cifras de la UNCTAD.
El interés de los chinos por la región parece ilimitado: en Nicaragua, una empresa de Hong Kong obtuvo la concesión para la construcción del canal que habrá de unir el Pacífico con el Caribe. También otros inversionistas chinos están dispuestos a participar en la financiación del megaproyecto, que se estima costará unos 30.000 millones de dólares. Por otra parte, tres empresas chinas compiten actualmente con otros interesados, en Río de Janeiro, por los derechos de explotación del yacimiento petrolífero de Libra.
¿Mayor independencia?
La economía del gigante asiático se muestra actualmente algo más débil, pero sigue siendo fuerte en comparación con lo que ocurre a nivel mundial. China requiere muchas materias primas, que no puede ni desea conseguir únicamente en Asia y África. “China intenta diversificar sus mercados y asegurarse a largo plazo socios comerciales estables y fuentes de materias primas”, indica Ana Soliz, del Instituto GIGA, de Hamburgo.
Los latinoamericanos esperan obtener a cambio mayor independencia de Estados Unidos y de Europa. Muchos países de la región se benefician de las nuevas relaciones. Por ejemplo, no se han visto tan afectados por la crisis europea. Pero estos nuevos vínculos también conllevan riesgos, según Claudia Detsch, de la Fundación Friedrich Ebert (cercana al Partido Socialdemócrata alemán) en Buenos Aires. “Muchos latinoamericanos creen que gracias a las relaciones con China se volverán más independientes. Pero también hay quienes advierten que simplemente se crean nuevas dependencias”, explica.
La otra cara de la medalla
Las cifras actuales lo ponen en evidencia: mientras el crecimiento económico chino se reducía en los últimos dos años, América Latina también tuvo que rebajar su pronóstico de crecimiento del 3,5 al 3 por ciento debido a la disminución de las exportaciones de materias primas. La Comisión Económica para América Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) advirtió recientemente que la región “debe ampliar su estructura productiva y su productividad mediante inversiones”. Además indicó que la alta dependencia de las exportaciones de materias primas a Europa y China la debilita.
También Claudia Detsch considera que “el nutrido comercio con China prolonga el modelo económico tradicional de la región” y hace notar que faltan proyectos de inversión a largo plazo que permitan reducir la dependencia de la exportación de materias primas y productos poco elaborados.
Los expertos ven igualmente peligros para la naturaleza. Por ejemplo, la ruta del nuevo canal de Nicaragua atravesará probablemente zonas protegidas, lo que ya está generando protestas de los ambientalistas. Organizaciones defensoras del medio ambiente también atribuyen a la presión de Pekín y a la avidez de petróleo el fracaso de la iniciativa Yasuní, que habría evitado la explotación de una zona protegida de bosque tropical en Ecuador.
Fuente: DW
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