Escribe: Christian Elguera 

"Los universos narrativos de Oswaldo Reynoso", el reciente congreso realizado por la Academia Peruana de la Lengua, ha sido un reconocimiento merecido para Reynoso. Si a este sumamos la condecoración que en mayo de este año le diera la Casa de la Literatura Peruana, puede afirmarse que su obra es cada vez más reconocida y vigente.

En ocasiones, durante mis años de profesor, me sorprendía que su obra Los inocentes no se incluyera en en la lista de Plan Lector, incluso ante mi pregunta alguna profesora me dijo que era por el lenguaje que usaba. Claro que, por lo bajo, cuando algún alumno curioso de lecturas me preguntaba qué leer inmediatamente pensaba en Los inocentes (recuerdo que alguno de ellos compró el libro y comenzó a circularlo de mano en mano). Y es que aquel texto además de los méritos del estilo (acaso solo comparable a la prosa de La casa de cartón) retrataba los problemas de una juventud concreta.

Pienso que finalmente Scorza cuando cambió el título original a "Lima en Rock" (temas aparte de una evidente campaña editorial) estaba incidiendo en la dureza del tema tratado. Si bien dicho tema ya había sido tratado por autores como Ribeyro ("Los gallinazaos sin pluma"), Carlos Eduardo Zavaleta ("El muñeco") y Enrique Congrains ("El niño junto al cielo"), pero fue Reynoso quien puso sobre el tapete las heridas de una realidad violenta, mostrándolas sin concesiones: delincuentes juveniles, adolescencia fracasada ante la incapacidad de un sistema social.

Reynoso continuó armando su derrotero con novelas. Primero con Octubre no hay milagros (1965), donde planteaba una dura crítica contra la sociedad peruana, novela que acaso compite con Conversación en la Catedral en el retrato de una Lima decadente. Después, con Los eunucos inmortales resaltaría la corrupción de todo sistema político (incluso de la China socialista).

Considerando otras obras suyas como El escarabajo y el hombre y El goce de la piel, Reynoso expresa por un lado una intención estilística (el ritmo, la sonoridad de las palabras); por otro, su preocupación por la nación, por la política. Por esto justamente Reynoso es un autor que debe seguir redescubriéndose, por esa mezcla de prosa rítmica, de perfiles eróticos y, sobretodo, de literatura que aún busca retratar los problemas nacionales.

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