Esta semana, el régimen de Bashar Al-Assad y la Coalición Nacional Siria (el grupo opositor respaldado por las potencias occidentales) se comprometieron a celebrar conversaciones de paz, auspiciadas por las Naciones Unidas, para poner fin a la guerra civil que los enfrenta desde hace dos años y medio. El encuentro está programado para enero del próximo año, en Ginebra.

Sin embargo, representantes de la Coalición han empezado a expresar su poca confianza en la obtención de resultados. 

"Realmente no creo que haya posibilidades de éxito en esa reunión. La brecha que separa a las dos partes es demasiado grande", declaró al diario Al Jazeera Najib Ghadbian, representante especial de la Coalición en los Estados Unidos. Según Al Jazeera, los opositores irán a Ginebra con la esperanza de impulsar la entrega de ayuda humanitaria a las ciudades que se encuentran bajo estado de sitio y lograr la liberación de miles de prisioneros políticos. "Desde nuestro punto de vista, no tenemos nada que perder", dijo Ghadbian.

Y la situación es aún más incierta en lo que respecta a los grupos rebeldes que luchan en el terreno. La oposición de estos grupos a las conversaciones con el régimen son aún más intensas, y muchos anuncian un boicot. 

En una conversación telefónica, el general Salim Idriss, líder del Ejército Libre de Siria (miembro de la Coalición), dijo que las condiciones no están dadas para negociar, y que su grupo no participará.

La ausencia del Ejército Libre (y la de las demás facciones armadas) dejará en una situación extremadamente débil a la Coalición, que está basada en Estambul y depende de esos grupos para tener alguna clase de incidencia en el interior del país. (Con información de Al Jazeera)