Ahmed Kathrada, ex compañero de Nelson mandela en la prisión de Robben Island, dio un conmovedor discurso en el funeral familiar de su amigo en Qunu. Aquí presentamos una traducción editada de sus palabras, que pueden leerse en su integridad en la página del diario británico The Guardian.

La última vez que vi a Madiba con vida fue durante su última convalescencia. Me llené de una sobrecogedora mezcla de tristeza, emoción y orgullo. Tomó mi mano con firmeza hasta el fin de mi breve visita. Me rompió el corazón. Y me llevó al borde de las lágrimas cuando, de manera automática, recordé la imagen del hombre que conocí en mi junventud. Quisiera no haber tenido que confrontar la realidad de lo que vi.

Conocí a Madiba en 1946. Es decir, hace 67 años. Recordé al hombre alto, saludable y poderoso; al boxeador; l prisionero que con tanta facilidad alzaba el pico y la pala en la mina de cal de Robben Island. Vi al prisionero que con vigor se ejercitaba cada mañana antes de que nos abrieran las puertas. Lo que vi en su casa luego de su estadía en el hospital fue a ese gigante ya sin fuerza, reducido a una sombra de lo que fue.

Y ahora lo inevitable ha ocurrido. Nos ha dejado y ya se encuentra con el "Primer Equipo" de la ANC -la ANC en la que hizo su vida política, la ANC por cuyas políticas para una Sudáfrica próspera, no racial, no sexista y democrática siempre estuvo dispuesto a morir.

Nuestro país ha recibido la bendición de muchos hombres y mujeres extraordinarios, todos los cuales jugaron un papel en la enorme lucha por la libertad y la dignidad. Hemos recibido la bendición de contar con el apoyo de muchos movimientos, tanto dentro como fuera del país, y cada uno de ellos ha dejado una huella imborrable en nuestra historia. Hemos recibido la bendición de una lucha que involucró activamente a las masas y al pueblo en su propia liberación.

Y, finalmente, hemos recibido la bendición de la visionaria sapiencia de nuestro liderazgo colectivo, con Madiba a la cabeza, que nos llevó a un futuro democrático. Por todo ello y mucho más, estamos profundamente agradecidos.

Tenemos la suerte hoy de vivir en una democracia ruidosa y activa. Nuestra gratitud eterna por la dignidad que ha sido restaurada para todos los sudafricanos. Estaremos siempre agradecidos por las mejoras en las vidas de tantos, aunque aún no sea suficiente. 

Teniendo esto en mente, sabemos sin embargo que nos espera aún un camino muy largo, con muchas curvas y cruces, a veces a través de épocas difíciles. La pobreza, la mala salud y el hambre acechan nuestra patria. La avaricia muestra su horrible rostro. La xenofobia y la intolerancia aún tienen lugar en nuestro hermoso país. 

Y partes del mundo se encuentran hoy en situaciones infelices. Las economías decaen y tropiezan, el extremismo y el fundamentalismo de todas las especies se expanden, la Tierra sufre por el cambio climático y los pobre luchan por sobrevivir. A diario, fieras luchas por la democracia tienen lugar ante nuestros ojos mientras aumenta el número de prisioneros políticos y crece la intolerancia.

Por ejemplo, pensemos en Marwan Barghouti, de Palestina, recluido en una prisión israelí. Todas estas personas y prisioneros, en todo el mundo, continúan encontrando inspiración en la vida y e legado de Mandela.

Por último, quiero dirigirme directamente a Madala, como yo lo llamaba. Madala, tus enormes reservas de amor, complicidad, honestidad, vocación de servicio, valentía, paciencia, tolerancia, igualdad y justicia sirvieron siempre como una fuente de enorme fuerza para millones de personas en Sudáfrica y en el mundo. Hoy tú simbolizas, y lo harás siempre, las cualidades de liderazgo colectivo, reconciliación, unidad y perdón.

En este espíritu, que tu vida ejemplifica, le toca a la generación actual y a las venideras continuar la lucha que tú ahora dejas. Les corresponde profundizar la democracia, erradicar la pobreza, eliminar la desigualdad, luchar contra la corrupción y servir a otros siempre com compasión, respeto, integridad y tolerancia.

Madala, aunque nos llenan hoy la tristeza y el lamento, te saludamos como un luchador por la lbertad. Adiós, mi hermano mayot, mi mentor, mi líder. Con toda la energía y la detemrinación que poseemos, juramos unirnos a los pueblos de Sudáfrica y del mundo para perpetuar tus ideales y los valores a los que dedicaste tu vida.

Hamba Kahle, Madala! Hamba Kahle, mi amigo.

Mira la sección dedicada al Adiós a Mandela en La Mula