"En esta recta final se debe confiar en un mando centralizado del gobierno para todas las decisiones, evitando espontáneos de última hora que, aunque sea con un versito, quieran ganarse alguito", dice el periodista Augusto Álvarez Rodrich acerca del próximo fallo de la Corte de La Haya en su columna de hoy en el diario La República. 

Sabiendo que el fallo de la corte internacional de La Haya sobre el diferendo limítrofe marítimo entre Perú y Chile ya está definido, y que lo único que falta es conocerlo dentro de siete días, ¿qué es lo mejor que puede hacer el gobierno peruano durante este lapso que es, sin duda, el tramo final de un largo esfuerzo?

Quizá lo mejor sea estar, en estos siete días que faltan, con los ojos bien abiertos y la boca bien cerrada.

Esta recta final constituye una de las partes más delicadas del trayecto valioso que ha seguido el Perú con una perspectiva de largo plazo, en lo que constituye una de las pocas reales políticas de Estado que se han puesto en marcha en el país, algo que no es poca cosa por la debilidad institucional que nos aqueja.

El esfuerzo empezó en los ochenta, en el primer gobierno de Alan García, y se retomó durante la presidencia de Alejandro Toledo.

Posteriormente, durante la segunda administración de García, y cuando fue obvio que no era posible resolver el diferendo limítrofe mediante negociación directa con Chile, se planteó la demanda ante la Corte de La Haya, dentro de un proceso que después fue respaldado por el presidente Ollanta Humala a través de la ratificación del equipo designado por el gobierno previo.

Este esfuerzo de casi tres décadas culmina este lunes con un resultado que esperamos que sea favorable para el Perú por la solidez de nuestros argumentos, pero donde, al margen del fallo inapelable que finalmente se anuncie, lo más importante será la tranquilidad y la satisfacción de haber hecho el mejor esfuerzo posible para que una corte neutral y de prestigio tome una decisión que cerrará el último litigio referido a nuestras fronteras, y que debe permitir apuntalar mejor una relación futura con Chile que sea mutuamente conveniente y que, ojalá, llegue a tener el nivel de acercamiento que hoy tiene el Perú con Ecuador, país con el que se ha logrado construir una vinculación sólida a pesar de los diferentes enfoques que hoy priman en cada nación.

¿Es eso posible? Probablemente sí, pero es a esa dirección –y no a otra– a la que se debe apuntar y, para ello, será relevante el cierre de este proceso seguido por el Perú, alrededor de una real política de Estado que tendrá un hito importante este lunes que viene, pero en donde lo más relevante será lo que venga a continuación.

Por ello, en esta recta final se debe confiar –porque es lo más conveniente– en un mando centralizado del gobierno para todas las decisiones, evitando espontáneos de última hora que, aunque sea con un versito, quieran ganarse alguito.