(Deutsche Welle) Las elecciones presidenciales de este domingo en Colombia arrojaron resultados que podrían sorprender, a la luz de lo obtenido por el actual gobierno en el marco de las conversaciones de paz con las FARC y en cifras macroeconómicas. El derechista Óscar Iván Zuluaga ganó en la primera vuelta y dirimirá con el actual mandatario, Juan Manuel Santos, quién dirigirá los destinos del país entre 2014 y 2018. 

Con un 98,98% de las mesas escrutadas, la Registraduría Nacional del Estado Civil señaló que Zuluaga sumó un 29,27% de las preferencias, desplazando al segundo lugar a Santos, que se quedó con el 25,59%. Tercera quedó la conservadora Marta Lucía Ramírez, con un 15,56%; la izquierdista Clara López sumó un 15,25%, mientras que el ecologista Enrique Peñalosa obtuvo el 8,30%.

En las elecciones más rápidas de los últimos años, y con un voto notoriamente disperso entre las cinco opciones que ofrecía el arcoíris político, era de esperar que hubiera un balotaje. Lo adelantaron las encuestas, el desinterés ciudadano y los analistas políticos. Ayudó el escaso 39,85% de participación en las votaciones y el 6% que sumaron los votos blancos. Un claro mensaje a la clase política.

El primero de los candidatos en reaccionar fue el verde Peñalosa, quien agradeció el apoyo que obtuvo y aseguró que seguirá trabajando para construir “una Colombia libre de politiquería y corrupción. Seguiré en la búsqueda de cómo avanzar para construir a esa Colombia. Cualquier decisión la tomaremos colectivamente. Claramente habrá una segunda vuelta y espero que sea constructiva, en donde busquemos qué es lo que nos une y no qué nos separa”, apuntó.

Mientras Ramírez dijo aceptar los resultados sin entregar luces de a quién apoyará en segunda ronda, López informó que convocó a la dirección nacional de su campaña para tomar decisiones a partir de hoy, de cara al balotaje, fijado para el próximo 15 de junio. Tanto Zuluaga, cercano al expresidente Álvaro Uribe, como Santos, necesitan de los votos de quienes quedaron en el camino para alcanzar la mayoría.

Ambos aspirantes a la presidencia deberán convencer a la ciudadanía para que se interese por participar. La tasa de abstención, histórica según todos los registros, habla de un desinterés mayúsculo por unas elecciones donde se juegan visiones distintas sobre las negociaciones de paz con las FARC. Ni siquiera los escándalos, como el publicado por la revista Semana hace unos días, encendieron los ánimos electorales en Colombia.

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