Ernesto Ráez-Luna, un prominente ecologista y ambientalista peruano, ha dedicado su carrera a luchar por la conservación de la Amazonía. En 2011, fue nombrado asesor del Ministerio del Ambiente del Perú, y en esa función estuvo involucrado en los preparativos para la Vigésima Conferencia de las Partes (COP20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambo Climático, la reunión mundial más importante sobre el tema, de la cual Perú será anfitrión en diciembre.
En julio, sin embargo, Ráez-Luna renunció a su cargo debido al apoyo del gobierno peruano a una ley que, para el horror de grupos ambientalistas de todo el mundo, eliminó muchas de las políticas “verdes” puestas en práctica por el país durante la década pasada. El Ministerio del Ambiente, creado en 2008, perdió la autoridad para establecer reservas naturales protegidas de la exploración minera y petrolífera. El 20 de septiembre, grupos de manifestantes marcharon frente al local del ministerio en Lima, demandando reformas antes de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas que se celebró en Nueva York esa semana.
National Geographic entrevistó a Ráez-Luna en el Parque Nacional del Manú, una de las mayores extensiones de bosque tropical no explotado que se conservan en la Amazonía, donde se encuentra “recargando las baterías” después de su paso por la política.
- Renunciaste porque no podías apoyar una ley que reduce las multas a las compañías que violan las leyes ambientales, entre otras cosas que eliminan las protecciones al medio ambiente en el Perú. ¿Por qué proclamó semejante ley el gobierno de Ollanta Humala?
- El gobierno aduce que el declive del crecimiento económico (un declive de pocos meses) se debe a un exceso de regulación y burocracia ambientales. Esta es la versión de los hechos promovida por un grupo conectado a las industrias extractivas, que ha publicado numerosos artículos periodísticos y ha ganado la atención del Presidente. Oficialmente, este era el “Año de la responsabilidad corporativa y los compromisos ambientales”, y yo era el encargado de coordinar entre el ministerio y la sociedad civil. No podía mentir sobre esta ley.
- Además de derogar la ley, ¿qué se necesita para proteger la Amazonía?
Necesitamos áreas protegidas. En sentido estricto, no podemos proteger 100 por ciento del bosque tropical porque las poblaciones indígenas tienen el derecho de permanecer en él. Y las personas querrán construir carreteras y explotar el petróleo y el gas bajo tierra. Creo que se puede hacer todo eso con un impacto mínimo. La tecnología ya existe; se puede tener desarrollo y proteger el bosque. Pero, ¿es esa la manera en que se hace? No.
Y también es necesario que cambiemos nuestros patrones de consumo. Estamos perdiendo el bosque tropical debido al boom de la clase media en China y su deseo de consumir más cerdo. Nuestra soja alimenta a los cerdos, y plantamos soja en lo que solía ser el bosque tropical (Nota del editor: Ráez-Luna se refiere a la porción brasileña de la Amazonía; Perú no exporta soja). Por eso, se trata de cambiar la forma en que vivimos. No puedes manejar un SUV y llamarte un ambientalista, por ejemplo.
- ¿Cuán grande es la amenaza del cambio climático para los bosques tropicales amazónicos?
El cambio climático es real, y lo causamos nosotros. De eso no hay duda. Pero hay otras cosas que ocurren hoy—no en cinco o 50 años—y están matando el bosque: la deforestación causada por la agroindustria, la minería no sostenible, la contaminación con pesticidas y fertilizantes. Las antiguas amenazas aún están ahí y sn más poderosas que nunca. Es problemático que sólo podamos conseguir recursos para responder a ellas si nuestras propuestas se relacionan de alguna manera con el tema del cambio climático.
Aún así, algunas de las proyecciones son terribles. Sugieren que el clima que sostiene el bosque tropical cambiará a tal grado que todo lo que vemos aquí mismo alrededor desaparecerá. Y si piensas en la brecha entre lo que se necesita hacer al respecto y lo que en realidad se está haciendo—esta reunión en Lima únicamente producirá el borrador de un acuerdo que probablemente no se hará efectivo hasta el 2020—, lo más probable es que no escaparemos a ese destino.
- Si lo más probable es que el bosque tropical ya esté condenado a desaparecer, ¿por qué luchar para protegerlo?
Uno lucha hasta el final. No es una cuestión de probabilidades: se trata de cómo vives tu vida. Si aquello por lo que luchas es correcto, podrás descansar en paz cuando te llegue la muerte.
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