La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, pidió ayer a los brasileños comprensión y paciencia con las medidas de ajuste fiscal que su gobierno implementa para rescatar la economía estancada, con la inflación en su mayor nivel de los últimos diez años y un déficit récord en las cuentas públicas.

La mandataria admitió que Brasil atraviesa graves dificultades, pero las atribuyó a la crisis económica mundial y a la grave sequía que afecta a varias partes del país, la más grave en los últimos treinta años y a la que culpó de los aumentos de precios de algunos alimentos y de las tarifas de energía.

Aseguró que el gobierno, mediante reducciones de impuestos y la concesión de incentivos, venía absorbiendo todos los costes y los efectos negativos de la crisis, pero que llegó el momento "de dividir parte de ese esfuerzo con todos los sectores de la sociedad".

"Usted tiene todo el derecho a irritarse y preocuparse, pero les pido paciencia y comprensión porque esta situación es pasajera", afirmó al referirse a las medidas de ajuste que el gobierno ha anunciado hasta ahora, como la restricción de algunos derechos laborales, recortes en los gastos públicos y la eliminación de las reducciones de impuestos concedidas a las empresas.

Aseguró que Brasil tiene fundamentos económicos sólidos que le permitirán superar los "problemas temporales" rápidamente y calculó que el resultado de las medidas podrá verse ya en el segundo semestre del año. (EFE)