Miles de brasileños salieron ayer a las calles de varias ciudades del país para defender la petrolera estatal Petrobras y la gestión de la presidenta Dilma Rousseff, frente a las marchas que se esperan este domingo contra la mandataria.
Sindicatos, movimientos sociales de izquierdas y estudiantes protagonizaron caminatas pacíficas en ciudades de 24 de los 27 estados del país, entre ellas Sao Paulo y Río de Janeiro, para defender a Petrobras frente a "los movimientos que buscan su privatización".
Los manifestantes también expresaron su apoyo el Gobierno de Rousseff, pero entre los elogios se deslizaron críticas contra los ajustes implementados por la presidenta para enfrentar la delicada situación económica que atraviesa Brasil.
La jornada de este viernes tuvo como objetivo anticiparse a la convocatoria de protestas para el domingo en más de 50 ciudades contra la corrupción y el empeoramiento de la economía, aunque otros grupos más extremos demandan la apertura de un juicio político contra Rousseff y una minoría incluso pide abiertamente una "intervención militar".
"Las personas tienen derecho a manifestarse, a favor o en contra del Gobierno. Pero golpismo, no. La manifestación del domingo no puede tener esa característica", afirmó a Efe en Sao Paulo Vagner Freitas, presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), organizadora de la movilización a favor de Rousseff.
Para el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), por su parte, "no existe en el seno del pueblo brasileño una discusión sobre la destitución de Dilma como quiere imponer la derecha y algunos medios de comunicación".
Este viernes, la Mesa Directora de la Cámara de Diputados recibió un pedido formal para el inicio de un juicio político contra la jefa de Estado, presentado en forma individual por el diputado opositor Jair Bolsonaro, el parlamentario más activo de la derecha brasileña.
No obstante, el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, declaró que la posibilidad de que Rousseff sea sometida a un juicio político es "inviable" e "impensable".
Durante la marcha, el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), aliado del Gobierno, desplegó pancartas que por primera vez respondían a la decisión sobre de un juicio político contra la jefa del Estado, rechazado también por el expresidente Fernando Henrique Cardoso, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Los carteles, exhibidos en una marcha que según la Policía Militarizada reunió en Sao Paulo unas 12.000 personas, tenían la consigna "Dilma fica" (Quédate Dilma).
La corrupción en el seno de la petrolera estatal Petrobras también fue criticada por los manifestantes que participaron de la marcha, quienes, sin embargo, denunciaron los intentos de la oposición "debilitar" a la mayor empresa de Brasil, responsable por una parte significativa del PIB brasileño.
En este sentido, el secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos, Hugo Yasky, defendió la soberanía energética de los países latinoamericanos: "La lucha para que Petrobras siga siendo del pueblo brasileño también es de los argentinos y de toda la patria latinoamericana".
Durante el acto, Cibeles Souza, trabajadora de la petrolera, aseguró a Efe que los corruptos deben ser castigados, pero no por eso "debe debilitarse" la petrolera.
"El gran riesgo que tenemos -dijo la dirigente de la Federación Única de Petroleros- es que compañías extranjeras accedan con la excusa de la corrupción a los numeros internos sobre la explotación de Petrobras".
A cien metros de la sede de estatal en Sao Paulo se concentraron una veintena de manifestantes del movimiento opositor conocido como Revoltados Online, que intentaron sin éxito iniciar una protesta contra Rousseff.
La bióloga Lucia Richardi, quien reclama la destitución de la mandataria, dijo que la manifestación opositora del domingo es, a su entender, "una voz de los ciudadanos de bien contra el 'bolivarianismo' y el comunismo que quieren implantar en Brasil".
El traductor Mario Lagatto, quien se identifica con PSDB, comentó que el juicio político a Rousseff "es un instrumento constitucional" y por lo tanto "no es golpista".
Las manifestaciones de este viernes, y las convocadas el próximo domingo, son un reflejo de una creciente polarización política, perceptible desde las elecciones del pasado octubre, cuando Rousseff fue reelegida en segunda vuelta por apenas un 3 % de ventaja frente al senador opositor Aécio Neves (PSDB). EFE