La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, admitió el carácter "democrático" de la multitudinaria protesta del último domingo y dijo estar dispuesta a oír la "voz de la calle" y a convocar un "amplio diálogo" con aquellos que "quieran dialogar".
Rousseff comentó las manifestaciones que el domingo llevaron a las calles de decenas de ciudades a más de dos millones de personas indignadas con la corrupción en la estatal Petrobras y con la delicada situación del país, y subrayó que transcurrieron en forma pacífica, sin ningún tipo de represión o incidentes.
La mandataria, en un acto celebrado en el Palacio presidencial de Planalto, interpretó esos hechos como "una inequívoca prueba de que Brasil es un país democrático que, a diferencia de otros, convive pacíficamente con manifestaciones".
Dilma Rousseff, reelegida en octubre pasado para un segundo mandato que comenzó el 1 de enero, sostuvo que en una democracia "se respetan las urnas y la voz de las calles" y celebró que "Brasil es un país que, frente a las invitaciones a la anormalidad política, elige el camino de la democracia".
La presidenta reiteró que la corrupción "no nació hoy" y que "es una señora anciana que los toca a todos", pero reafirmó su decisión de combatirla "con todas las armas", así como ratificó que esta semana anunciará unas nuevas medidas para mejorar los mecanismos de control público.
En el ámbito económico achacó la responsabilidad de la actual situación de Brasil a la crisis global, que "obligó" al Gobierno a aplicar un severo ajuste fiscal, reducir subsidios y aumentar la carga tributaria.
Sostuvo que, en los últimos años, mientras en Europa la crisis "llevó al desempleo a más de 60 millones de personas y a una amplia pérdida de oportunidades", en Brasil se reforzaron la inversión y los créditos públicos a fin de mantener acelerada la economía.
Sin embargo, Dilma Rousseff reconoció que "ese camino se agotó" y que ahora se debe "tomar otro rumbo para garantizar empleo y crecimiento", lo cual implica "hacer algunos ajustes y correcciones".
Como había hecho en junio de 2013, cuando su Gobierno fue blanco de una fuerte andanada de protestas que se mantuvo durante más de 15 días, Dilma Rousseff aseguró que "respeta y escucha con atención a todas las voces" y que está dispuesta a buscar un amplio diálogo con todas las fuerzas políticas y movimientos sociales del país.
"El Gobierno tiene que abrir el diálogo, con una postura humilde y con todos", dijo la presidenta, quien sin embargo acotó que "solo se puede dialogar con quien se quiere abrir al diálogo".
Esa invitación ya la había formulado el domingo, tras las manifestaciones, el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, pero no convenció a algunos de los principales líderes opositores. (EFE)
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