Las autoridades de Baltimore (Maryland) se vieron obligadas hoy a requerir refuerzos policiales y el envío de la Guardia Nacional para hacer frente a una jornada de disturbios que se desencadenaron tras protestas raciales por la muerte del afromamericano Freddie Gray. La ciudad amaneció sitiada por las fuerzas del orden.

Incendios, saqueos de tiendas y enfrentamientos con la Policía sumieron a Baltimore en el caos y obligaron a las autoridades a decretar un toque de queda, poco después del entierro de Gray, que falleció hace algo más de una semana tras sufrir heridas graves bajo custodia policial.

Al filo de la medianoche, el comisario de la Policía de Baltimore, Anthony Batts, lamentó el "vergonzoso" desenlace de las protestas iniciadas este fin de semana contra la brutalidad policial y atribuyó los altercados a "estudiantes de secundaria", que asaltaron negocios, provocaron incendios e hirieron a 15 policías.

Un coche arde en la intersección de la calle norte con la calle Monroe. (EFE)

Los centenares de policías desplegados por la ciudad de Baltimore no fueron suficientes para controlar la situación y el gobernador del estado de Maryland, Larry Hogan, se vio obligado a declarar esta tarde el "estado de emergencia" y pedir el despliegue de más de mil efectivos de la Guardia Nacional.

Los disturbios se prolongaron hasta altas horas de la noche. (EFE)

Ante el temor de que mañana continúen los disturbios, las autoridades de Baltimore, una ciudad de más de 600,000 habitantes, han pedido ayuda a la Policía de Washington y Filadelfia.

Además, la ciudad decretó desde hoy un toque de queda -que hoy ya era evidente- desde las 10 de la noche hasta las 5 de la mañana, mientras que escuelas y algunos negocios permanecerán cerrados hasta que se restablezca el orden.

Como pudo constatar Efe, en el noroeste de la ciudad, grupos de jóvenes asaltaron la tienda de una gasolinera sin la oposición de los empleados, mientras coches patrulla y vehículos blindados se desplazaban por las calles vacías para responder a las emergencias que se han ido declarando por toda la ciudad.

Matt, empleado de un restaurante cercano, montaba guardia mientras se sucedían los altercados: "Si no hubiese sido por gente del barrio que me ha ayudado, esta gente hubiese entrado aquí a llevarse todo".

En lo peor de los disturbios, pastores de las iglesias de los barrios afectados salieron a la calle para pedir calma a los jóvenes, algunos de los cuales eran miembros de bandas de los barrios más depauperados de la ciudad, que cuenta con dos tercios de población negra.

Los disturbios, que se han saldado con 27 detenidos, comenzaron poco después del entierro de Freddy Gray, de 25 años, y cuya familia hoy lamentó que el caos y elementos criminales hayan ensombrecido la denuncia pacífica que comenzó el sábado.

La protestas cristalizaron por un problema que un gran número de afroamericanos en Baltimore considera cotidiano: la mayor presión policial contra los negros.

La muerte de Gray, que agonizó durante una semana en un hospital con la columna rota tras una detención, se suma a otros fallecimientos en todo el país de afroamericanos desarmados a manos de la policía.

En una conferencia hoy, el abogado de la familia Gray, William Murphy, dijo que el problema de la brutalidad policial es un asunto de derechos humanos.

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