El líder del Partido Conservador, David Cameron, gobernará de nuevo el Reino Unido los próximos cinco años tras su triunfo inesperado y arrollador en las elecciones del jueves, que asestaron una contundente derrota a los laboristas, los liberaldemócratas y el eurófobo UKIP.
Pese a asegurar otro mandato al primer ministro Cameron, los comicios del jueves han propiciado un nuevo mapa político en Gran Bretaña, que ha tenido como principales damnificados al Partido Laborista de Ed Miliband y al Liberal Demócrata de Nick Clegg.
A ellos se suma el eurófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que solo obtuvo un diputado y cuyo líder, Nigel Farage, no ha logrado un escaño en la Cámara de los Comunes. Los pésimos resultados hicieron a los tres dirigentes a presentar hoy su dimisión.
Para entender mejor lo que se viene en el Reino Unido, es bueno identificar con claridad quiénes ganaron y quiénes perdieron tras los comicios, debido al complejo sistema electoral en que votan 650 distritos electorales y cada uno aporta un miembro del parlamento. Al final de los comicios, el partido con mayor cantidad de parlamentarios es el que erige a su líder como primer ministro.
David Cameron y los 'tories', los grandes ganadores
David Cameron se quedará en el 10 de Downing Street, la tradicional residencia del primer ministro británico. Y lo mejor: su permanencia ya no requerirá de una negociación: los votantes le dieron a los 'tories' la mayoría que les habían negado en las elecciones de 2010.
Cameron interpreta su triunfo como un claro mandato para continuar con las políticas económicas que han visto a la economía británica crecer a un ritmo más rápido que del resto de los países desarrollados durante los últimos dos años. El eje del programa económico convservador es la austeridad: déficit público vía recortes a servicios y subsidios.
Cameron no debe perder de vista que, pese a su clara victoria, la mayoría 'tory' es estrecha. Esto limitará el margen de maniobra del primer ministro internamente, e incluso podría tener implicancia para temas clave como la continuidad de Reino Unido en la Unión Europea y la relación con Escocia, que acaba de regresar al centro del debate como resultado de esta elección.
EL Partido Nacional Escocés, el otro ganador
Partido Nacional Escocés (SNP) puede presumir, sin sonrojarse, que ha tenido el mejor desempeño electoral que cualquier otro partido: de seis diputados en el último parlamento pasó a temer 56 en el que empezará sesiones el próximo 27 de mayo.
Y la gran artífice de esto fue Nicola Sturgeon, la actual líder de los nacionalistas escoceses y la mujer que logró cambiar el mapa político en el Reino Unido.
"Estábamos seguros que íbamos a hacer un buen papel, pero ni siquiera en mis sueños más locos había imaginado que íbamos a conseguir 56 de los 59 escaños de Escocia".
Sturgeon lo resume así:
"Es un resultado histórico. Las placas tectónicas de la política escocesa cambiaron ayer".
La victoria escocesa en números:
Sturgeon es una voz que demanda el fin de la austeridad, mejores servicios públicos y una política más progresista, es decir, todo lo opuesto a lo que representan los 'tories'. Y de lo que el resto de Reino Unido parece haber elegido ayer.
Además, este nuevo escenario pondrá "la cuestión escocesa" otra vez en el centro de la agenda política británica, cuando aún no se cumple un año del referéndum sobre la independencia de Escocia, donde el No ganó por un margen mucho más estrecho que lo que originalmente se pensaba. Incluso, ya algunos analistas se preguntan si los resultados electorales pueden llegar a representar el inicio del fin de Reino Unido tal y como existe hoy.
Ed Miliband y el partido Laborista, los grandes perdedores
Ed Miliband pensaba hasta ayer que podía ser primer ministro, pero ni él ni su partido lograron aprovechar la poca popularidad del gobierno conservador.
Miliband ya presentó su renuncia y por si fuera poco, muchas importantes figuras del partido –como el canciller "en la sombra", Ed Balls, y el coordinador de la campaña, Douglas Alexander– no consiguieron la reelección. Encima los laboristas fueron barridos en Escocia y perdieron mucho terreno en el norte de Inglaterra, regiones que durante años habían sido un bastión. El cascabel al gato: los resultados también amenazan con dejar al partido de Tony Blair sumido en una profunda crisis de identidad.
Los Liberales Demócratas y Nick Clegg, los otros derrotados
El Partido de los Liberales Demócratas y Nick Clegg, aliados de Cameron, sufrieron una derrota similar, o incluso peor, que la de los Laboristas. Perdieron casi todo lo que habían tardado años en conquistar: de 57 diputados en el parlamento pasado, ahora solo tendrán ocho, aunque Clegg conservó su silla en Westminster.