A través de la mirada de los pueblos indígenas el cineasta colombiano Ciro Guerra se acerca al Amazonas en su última película, "El abrazo de la serpiente", cinta que aspira a resolver la gran incógnita verde que supone el río-mar para su país y que se estrena hoy en el Festival de Cannes.

"El Amazonas es un lugar muy desconocido para los colombianos, hemos crecido de espaldas a esa región y quería entrar a conocerlo", señaló Guerra a Efe sobre una película que ejemplifica el cambio en el cine del país que busca nuevos temas y narrativas alejadas de la televisión.

Para conseguir resolver el enigma amazónico, "El abrazo de la serpiente" se sumerge en dos diarios de viajeros europeos que recorrieron el río a inicios y mediados del siglo XX en busca de una planta mítica para los pueblos aborígenes.

Sin embargo, para narrar su búsqueda, el director se ha adentrado en las tradiciones indígenas que sirven como hilo conductor para una película que quiere "darle la vuelta a la historia que siempre se ha contado" en el choque entre el mundo occidental y el indígena.

Para conseguir esa mutación la cinta ha sido rodada casi íntegramente con lenguas nativas de la región que se entrelazan brevemente con el castellano, el portugués y el alemán, pero que hegemonizan los diálogos.

Por ello, la película se transforma en un grito de alarma que en ocasiones suena por la voz de Antonio Bolívar, uno de los actores nativos que toman parte en "El abrazo de la serpiente" y que "es uno de los últimos indígenas ocaína que existen", según señaló Guerra.

La cinta, que fluye al ritmo del río, también muestra frontalmente "el avance depredador del capitalismo" que entre el final del siglo XIX e inicios del XX tomó la forma de los caucheros.

Y es que "la historia de la relación de Colombia con el Amazonas es de depredación. Si no sabemos lo que hay allá es fácil seguir destruyéndolo", apostilló el cineasta colombiano.

En su camino, Guerra ha optado por contar la historia en blanco y negro, alejándose de la imagen verde de la Amazonía porque de ese modo "le quitas esa carga de exuberancia y exotismo y tienes una mirada muy centrada en los personajes".

Además, con la ausencia de color también se traspasa la idea de los nativos amazónicos que consideran que "si crees solamente a los sentidos el mundo es muy estrecho. Se necesitan mucho más sentidos de los que tenemos para ver todo el mundo", según comentó Guerra.

"Entrar a entender el mundo desde esa perspectiva es muy difícil, uno tiene que quitarse una piel. Tiene ideas en la cabeza con las que construye el mundo y hay que quitarlas de la cabeza", señaló.

Uno de los grandes retos de la película, que protagonizan el belga Jan Bijvoet, el estadounidense Brionne Davis y los colombianos Antonio Bolívar, Nilbio Torres y Miguel Dionisio Ramos, fue un rodaje para el que tuvieron que adentrarse durante varias semanas en el corazón de la selva.

La logística jugó entonces un papel fundamental y, a bordo de aviones de carga de la II Guerra Mundial, el cineasta y su equipo buscaron rodear la odisea del clima, los riesgos de ataques y las crecidas del río.

De un modo similar al de los protagonistas, el director le pidió guía a las comunidades indígenas para acercarse a la selva de un modo equilibrado y respetuoso que les llevó a entrar en comunión con la Amazonía.

El otro gran reto que hubo de afrontar el equipo de "El abrazo de la serpiente" fue el de "poner a actuar a indígenas", según recordó Guerra, quien señaló que algunos de ellos "ni siquiera habían visto televisión".

Sin embargo, destacó que "por venir de una tradición oral tan profunda" ya contaban con algunos de los elementos más importantes para un actor: "saben escuchar y transmitir. Ellos ya tenían la mitad del camino recorrido para ser actores".

Con su presencia se completan las piezas de un puzzle que, para Guerra, conforma "una película de aventuras y muy abierta al espectador de cualquier parte que no es contemplativa o de arte"."Es una aventura espiritual", concluyó (EFE).


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