Despertar es una de las tareas cotidianas más difíciles. Salir de la comodidad de la cama para enfrentar las actividades diarias requiere de un descanso pleno, de mínimo 6 o 7 horas, pero que muy pocas veces podemos lograr. Es muy difícil acostumbrar al cuerpo a dormir siempre a la misma hora.
Por eso, dormir menos de lo recomendado es perjudicial para la salud. No solo por el típico cansancio posterior, sino por las alteraciones biológicas que sufre el cuerpo cuando el cerebro desactiva las regiones de la planificación y la toma de decisiones, y de pronto nos volvemos presa de una ansiedad/cansancio que afectan nuestra percepción y capacidad cognitivas. No conectamos, es difícil concentrarse, hilar ideas y pensar claramente.
Este video de AsapScience explica muy bien cómo reacciona al cuerpo cuando duerme poco.
Si se vuelve una costumbre dormir poco o nada, el cuerpo deja de metabolizar glucosa, el sistema inmune falla y nos volvemos vulnerables a las más simples afecciones, como resfriados y gripes.
A cualquiera le pasa que no puede dormir un día. Pero lo peor viene cuando pasan dos o tres días sin poder conciliar sueño. Puede fallar la memoria, distorsionar la realidad con alucinaciones. Según un estudio del especialista en sueño William Dement, la falta de sueño genera fundamentalmente que el cuerpo presente hipermetamolismo que puede causar obesidad, poca asimilación de la grasa negativa y el alza de los niveles de azúcar en la sangre, así como la posibilidad de sufrir de colesterol y no asimilar los nutrientes de los alimentos.
Si a la falta de sueño le sumamos una alimentación llena de grasas, sin comer a las horas adecuadas, ni tener una rutina de deporte de 4 o 5 veces a la semana, el cuerpo acumula una carga negativa que afectará necesariamente nuestras actividades diarias.
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