El presidente de EEUU, Barack Obama, hizo hoy una visita histórica a una prisión federal para pedir una reforma que "replantee" el sistema de justicia criminal, que ahora genera cárceles superpobladas, impone un estigma a los exconvictos e impacta de forma desproporcionada a negros e hispanos.
Obama se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos que visita durante su mandato una prisión federal, al recorrer la cárcel de El Reno, en el este de Oklahoma, y reunirse con seis presos encarcelados por delitos relacionados con las drogas.
"Estos son jóvenes que han cometido errores que no son tan diferentes de los errores que yo cometí, que muchos de ustedes cometieron".
Y luego añadió:
"La diferencia es que ellos no tuvieron el tipo de estructuras de apoyo, de segundas oportunidades, de recursos que les habrían permitido sobrevivir a esos errores".
Obama quiere aprobar este año en el Congreso una reforma del sistema de justicia penal del país, para reducir las sentencias a los condenados por delitos no violentos relacionados con las drogas, que afectan principalmente a los hispanos y a los negros.
Alrededor de 2,2 millones de personas están hoy bajo rejas en Estados Unidos, que concentra el 25 % de los presos del mundo, una cifra cuatro veces más alta que la de China y superior a la de los 35 países más importantes de Europa juntos, según la Casa Blanca.
"Tendemos a pensar que es normal que tantos jóvenes acaben en nuestro sistema de justicia criminal. No es normal. No es lo que pasa en otros países".
"Tenemos que poder distinguir entre individuos peligrosos que necesitan que se les incapacite y se les encarcele, y jóvenes que están en un entorno al que se están adaptando, pero que podrían prosperar si se les da diferentes oportunidades, una visión diferente de la vida".
En 1980, el Congreso de EEUU aprobó una reforma para que los condenados por delitos de drogas tuvieran que cumplir un tiempo mínimo de prisión, y desde entonces la población carcelaria en el país se ha cuatriplicado.
Una ley firmada en 2010 eliminó la disparidad entre las sentencias por posesión de cocaína en polvo y las relacionadas con el "crack", hasta entonces mucho más duras; pero esa legislación no tuvo efecto retroactivo, por lo que muchos estadounidenses siguen cumpliendo largas condenas por ello.
El lunes, Obama conmutó las penas de 46 presos por delitos no violentos y relacionados con la posesión o distribución de drogas, muchos de ellos condenados a sentencias de varias décadas o incluso de cadena perpetua (y en el colmo de la desfachatez, acá en Perú, Alan García comparó este hecho con los 'narcoindultos').
Los reclusos con los que habló hoy en Oklahoma reconocieron "que hicieron algo mal, que están preparados para asumir la responsabilidad por ello, pero también quieren que pensemos sobre cómo la sociedad podría haberlos alcanzado más temprano en sus vidas para evitar que se metieran en líos", explicó Obama.
La prisión que visitó Obama es de seguridad media y alberga a más de 1.280 reclusos, y el presidente pudo entrar en una de las celdas, la 123, donde había dos camas, una ventana con tres barras, un retrete y un lavabo.
La reforma que impulsa Obama contendría medidas para ayudar a la reinserción en sociedad de antiguos convictos, y para rebajar la sobrepoblación en algunas cárceles, limitar el recurso al régimen de aislamiento y hacer frente a los abusos sexuales a presos.
El mandatario se mostró este miércoles "moderadamente optimista" de las perspectivas de aprobar una reforma de ese tipo en el Congreso, dado que varios senadores de la oposición republicana han comenzado a trabajar en el tema, entre ellos Rand Paul, John Cornyn o Charles Grassley. (EFE)
Foto de cabecera: Reuters