La decisión de Toronto 2015 de "tener los Juegos Panamericanos más incluyentes y diversos de la historia", lo que incluye la apertura del primer 'PrideHouse' de la competición, abre la puerta para que los atletas homosexuales del continente tengan estos días un ambiente "seguro" para competir.
La muestra más tangible del nivel de apoyo de Toronto 2015 a los atletas y delegados homosexuales llegados de los 41 países y territorios que compiten en los Juegos Panamericanos es la apertura del pabellón PrideHouse en colaboración con organizaciones de defensa y apoyo a las comunidades homosexuales.
El modelo no es nuevo. Los Juegos Olímpicos de Vancouver 2010 (invierno) y Londres 2012 (verano) ya contaron con sus propias PrideHouse, un espacio físico "seguro" para atletas, entrenadores, familiares y turistas gays, bisexuales y transexuales.
PrideHouse Toronto tiene el mismo objetivo, así como "promover los derechos humanos de las comunidades lesbiana, gay, bisexual, transexual en el continente americano" y hacer énfasis en los problemas de homofobia y discriminación sexual en el ambiente deportivo.
El pabellón PrideHouse está situado en el centro del barrio gay de Toronto y cada día ofrece programas específicos sobre los Juegos Panamericanos Toronto 2015 así como exposiciones sobre la historia de la comunidad gay y lesbiana y un foro sobre inclusión en el mundo del deporte.
Para algunos atletas gays, el no tener que ocultar su identidad es básico para su rendimiento.
El gimnasta olímpico canadiense Kris Burley, que durante su carrera profesional nunca reveló su homosexualidad y que ha estado involucrado en la creación de PrideHouse Toronto, ha señalado en declaraciones a medios que desde su perspectiva, "para ser el mejor atleta posible, y alcanzar tus objetivos, tienes que ser tu mismo".
"Y en mi experiencia, no fue un ambiente cómodo y abierto para mi. Era muy difícil", añadió.
Durante la apertura de PrideHouse el pasado 7 de julio, pocos días antes del inicio oficial de los Juegos Panamericanos Toronto 2015, la portera del equipo femenino de fútbol de Canadá, Erin McLeod, se expresó de forma similar.
"Como una atleta que ha declarado su homosexualidad, creo que es muy importante que los deportistas que no lo han hecho o que están debatiendo si hacerlo, tengan un lugar donde se sientan seguros para rendir al máximo", dijo McLeod a los medios de comunicación presentes en la apertura.
McLeod ha puesto su caso como ejemplo de lo que significa para atletas gais competir en ambientes homófobos.
"Realmente me afectó Sochi", dijo McLeo en referencia a los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en la ciudad ruso en 2014 en un ambiente de represión a cualquier expresión de homosexualidad.
Precisamente ante la polémica desatada en Sochi por las leyes rusas antihomosexuales, el Comité Olímpico Internacional (COI) aprobó modificar la Carta Olímpica para incluir una cláusula que explícitamente condena la discriminación por orientación sexual.
En Toronto la situación es la opuesta. Desde hace años, la principal ciudad canadiense, y la cuarta mayor de Norteamérica, es un modelo de coexistencia y diversidad.
Y en 2003, la ciudad fue una de las primeras del país en celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo después de que se legalizasen las bodas gay, lo que la ha convertido en un lugar de refugio para homosexuales de todo el mundo, incluidos los procedentes de Latinoamérica.
El año pasado, cerca de un millón de personas participaron en la Marcha del Orgullo Gay en Toronto, el mayor evento de este tipo nunca celebrado en el continente americano.
Y la primera ministra de la provincia de Ontario, de cuya capital es Toronto, Kathleen Wynne, está casada con su compañera de hace años.
Un día antes de la apertura de PrideHouse en Toronto, McLeod se casó con Ella Masar, una de sus compañeras en el equipo de fútbol femenino profesional Houston Dash, de Estados Unidos.
"No puedo imaginarme competir y no darle las gracias (en público) después de un gran evento", dijo McLeod.
Texto escrito por Julio César Rivas para EFE