Todo queda en familia. Cilia Flores, esposa del presidente Nicolás Maduro y bautizada por el chavismo como la primera combatiente de Venezuela, será una de la candidatas a la Asamblea Nacional del oficialismo que, por primera vez en 16 años, parte con desventaja.

Para ello, Maduro decidió fortalecer las alianzas entre el Partido Socialista Unido de Venezuela, el mayor del país, y los simpatizantes del chavismo. La postulación de su esposa fue la mayor sorpresa en la campaña electoral de Venezuela.

El último viernes concluyó la inscripción de los candidatos a la Asamblea Nacional de Venezuela, que se renovará el próximo 6 de diciembre en unos comicios que determinarán el futuro de los herederos de Hugo Chávez al frente de la presidencia del país llanero. 

Flores ya estuvo en el Congreso venezolano entre 2005 y 2010 y sucedió a su marido como presidenta del Parlamento en ese período. Y ahora es parte de la primera línea del chavismo que busca revertir la dramática caída en las encuestas.

La Constitución venezolana no prohíbe expresamente su postulación, pero parece evidente el conflicto de intereses que se generaría en caso de que la esposa del presidente de Venezuela gane un escaño y sea nombrada presidenta del Parlamento.

La oposición sostiene que, en ese escenario, el principio constitucional de la separación de poderes quedaría de lado: los máximos representantes de dos poderes públicos compartirían la misma cama.

En tanto, hasta última hora, los miembros de la Mesa de la Unidad, la coalición de partidos adversarios del gobierno, trataron de resolver las disputas entre sus principales referentes por el reparto de candidaturas, luego de las inhabilitaciones administrativas, sin sentencia judicial firme, de sus principales dirigentes. El caso más polémico fue el de la defenestrada diputada María Corina Machado con el secretario general de la MUD, Jesús Torrealba.

Foto de cabecera: EFE

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