El primer ministro nipón, Shinzo Abe, revalidó hoy el compromiso de Japón contra el uso de armas nucleares tras la polémica reforma militar emprendida por su Gobierno, durante la conmemoración del 70 aniversario del ataque atómico contra Nagasaki. 

Abe afirmó que el país seguirá respetando los principios antinucleares que adoptó en 1967, en un acto que contó con una asistencia récord y que estuvo marcado por los toques de atención al Ejecutivo por su reinterpretación de la Constitución pacifista, al igual que el celebrado el día 6 en Hiroshima.

"Como único país que ha experimentado los horrores de un ataque nuclear, lideraremos los esfuerzos para conseguir un mundo libre de armas atómicas", señaló el primer ministro nipón durante su esperado discurso ante unas 6.700 personas.

Japón "seguirá adhiriéndose a los principios de no producir ni poseer armamento atómico y de no permitir la entrada de estos artefactos en el país", dijo Abe, quien quiso despejar así las dudas sobre la posibilidad de que su Ejército pueda transportar armas nucleares en operaciones de apoyo a aliados tras su reforma militar.

Al acto asistieron delegaciones de 75 países, entre ellos representantes de ocho potencias nucleares como Estados Unidos e Irán, así como "hibakusha", nombre que reciben en Japón los supervivientes de los bombardeos nucleares estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial.

Durante sus intervenciones, el alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue, y un representante de los "hibakusha" rechazaron la reinterpretación de la Constitución impulsada por Abe, y le instaron a respetar el camino pacifista que ha seguido a Japón en las últimas siete décadas.

"Nunca debemos abandonar este principio, sobre el que se ha construido la prosperidad del Japón actual. No podemos olvidar los recuerdos trágicos que nos dejó la guerra", dijo Taue en su "Declaración por la Paz".

"Esta reinterpretación puede llevarnos de nuevo a la guerra, o a que Japón maneje o transporte armas nucleares. No podemos aceptar que esto suceda", afirmó por su parte Sumiteru Taniguchi, un "hibakusha" de Nagasaki de 86 años que sufrió graves quemaduras por el bombardeo atómico.

Abe y su Gobierno se enfrentan a una oposición creciente de la población contra la iniciativa que está cerca de ser aprobada por la Dieta (Parlamento) y destinada a dar un papel más activo a las tropas niponas, que por primera vez en 68 años podrán operar en el extranjero y defender a aliados en caso de ataque.

El ministro nipón de Defensa, Gen Nakatani, admitió el pasado miércoles que con esta reforma Japón podría "técnicamente" transportar armas nuclear, aunque acto seguido descartó esta posibilidad esgrimiendo los tres citados principios nucleares adoptados por Japón tras su derrota en la II Guerra Mundial.

Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto.

Más de 74.000 personas perecieron en el acto y otras 63.000 murieron posteriormente por la radiación y las heridas causadas por la explosión, que barrió del mapa la tercera parte de Nagasaki y prácticamente la totalidad de su área industrial.

La bomba "Fat Man" era más poderosa que la usada en Hiroshima ("Little Boy"), pero su capacidad destructiva fue contenida por la orografía de la ciudad, ubicada en una bahía alargada y rodeada de valles.

Las víctimas fueron recordadas con un minuto de silencio celebrado a las 11.02 hora local (02.02 GMT), la hora exacta en que estalló la bomba, y que dio comienzo con los tradicionales tañidos de la llamada Campana de la Paz.

En marzo pasado, el número total de "hibakusha" que quedaban en Japón o residiendo en otros países ascendía a 183.519, prácticamente la mitad de los 372.264 que había en 1980, y su edad media superaba por primera vez los 80 años. 

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Texto y foto de cabecera de EFE