Pekín sigue hoy en alerta naranja por contaminación por segundo día consecutivo y sufre los niveles más altos de este año, mientras su presidente, Xi Jinping, participa en la cumbre mundial de París contra el cambio climático.
El aire de la capital china ha superado hoy los 600 microgramos por metro cúbico de partículas PM 2,5 (las más dañinas para la salud), lo que supone superar en más de treinta veces el nivel máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de de 20 microgramos, según el medidor de la Embajada de EEUU en Pekín.
Esta situación ha llevado a las autoridades de la ciudad a mantener la alerta naranja, la segunda más grave tras la roja, lo que implica medidas como obligar a las plantas industriales a reducir o parar su producción o restricciones en las obras públicas y actividades de construcción.
También hay limitaciones al tráfico rodado y se ha recomendado a la población que no salga si no es imprescindible, especialmente niños y ancianos.
Entre la densa capa de contaminación que, sumada a la niebla, impide ver los edificios pequineses, de los que apenas se divisan los más cercanos, varios ciudadanos deploran la situación aunque confían en que las medidas anunciadas por el Gobierno en los últimos años surjan efecto en un futuro próximo.
Wang, una barrendera de 43 años, lamenta la influencia "muy grande" que puede tener la contaminación en su salud ya que trabaja al aire libre, aunque asegura que se hizo un examen de pulmones hace poco que no detectó problemas, según ha contado a Efe.
También padece la contaminación Liu, un repartidor de comida de 35 años que se mueve en moto todo el día por la ciudad y que hoy, con las prisas, ha olvidado en casa la mascarilla protectora, un elemento plenamente integrado en la estética urbana china.
Pese a este escenario, el Ministerio de Medioambiente anunció este domingo que China ha cumplido con sus objetivos de reducción de contaminación en los últimos cinco años (este máximo de más de 600 en Pekín está lejos de los 900 a los que se llegó en pasados años).
Recogidas en su duodécimo plan quinquenal (China acaba de elaborar el decimotercero), estas metas contemplaban una rebaja de las emisiones de dióxido de azufre del 8 por ciento y de las de óxido de nitrógeno del 10 por ciento, respecto a los niveles de 2010.
Zhang, farmacéutica de unos 40 años, cree que el Gobierno ha realizado mejoras "pero no suficientes", algo con lo que concuerda Xue, un contable de 55 años que matiza que los resultados en políticas ambientales no se pueden ver "en uno o dos días", sino que tienen efecto a largo plazo.
El mismo Xue afirma estar pendiente de la cumbre contra el cambio climático (COP21) que ha empezado hoy en París, en la que el presidente Xi representa al país que más contamina del mundo, junto a más de un centenar de líderes mundiales.
De cara a esta cumbre, China ha prometido desempeñar un papel mucho más activo y Xi abogará por que se llegue a un acuerdo vinculante que tenga en cuenta las diferencias entre los diferentes niveles de desarrollo entre los países y que revise los objetivos nacionales cada cinco años.
China también se ha comprometido desde 2014 a que sus emisiones de efecto invernadero alcanzarán su nivel máximo en 2030 y bajarán a partir de entonces.
A pesar de las medidas anunciadas por el Gobierno y del papel más constructivo que China tendrá en París, una madre de la cercana ciudad de Tianjin, que ha venido a la capital a ver el ballet con su hija de cinco años lamenta, con una capa grisácea a sus espaldas: "Cuando era niña podía ver el cielo azul y las nubes. Mi hija pocos días puede verlos". (EFE)
(Foto de cabecera: upsocl.com)
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