Dos días después de recoger el máximo galardón de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el escritor barcelonés Enrique Vila-Matas se reunió con estudiantes mexicanos dentro de los encuentros "Mil jóvenes con...". 

Llegados de varios colegios de Guadalajara, los alumnos de preparatoria habían leído el relato "El día señalado", la historia de una mujer a la que le pronostican las circunstancias de su muerte en una fecha concreta y cada año hace todo lo posible por evitarla.

Entre gorras de rapero y melenas lisas sin fin, del público llegaron preguntas sobre la profesión del escritor, los motivos para escribir o el futuro de los jóvenes.

"Cuando yo tenía su edad vivía en el peor país que existe en el mundo, en una situación (la dictadura franquista) en la que mi generación no tenía el menor futuro, era impensable que pudiéramos hacer nada", recordó el intelectual español.

A veces "es importante levantarse contra esa situación y de alguna forma tratar de darle la vuelta, (...) por lo tanto, se trata de un viaje personal, de algo que depende mucho de uno mismo, de saber enfrentarse a las contrariedades y tirar adelante en las situaciones más difíciles", comentó.

Pero la solemnidad no fue el tono predominante de la charla, pues Vila-Matas hizo reír a los asistentes desde que arrancó la narración de su vida y su primer trabajo en una revista en la que se inventaba las entrevistas para no perderlo o sus primeros acercamientos a los libros que llegaron de su fobia a la playa.

Cuando toda la familia viajaba a la Costa Brava, él prefería sentarse debajo de un pino a leer, ya que odiaba el sol y temía al mar. A partir de ahí, de esos primeros libros, le nacieron las ganas de querer hacer lo mismo y escribir textos propios.

"Leer me da ganas de escribir, de querer hacer" algo similar, pero distinto, "es como quien ve una película porno y quiere...", dijo ante las carcajadas del público.

Vila-Matas se confiesa dos personas a la vez, la del "ser siniestro", cuando está encerrado escribiendo, y la del "marciano" que sale al mundo exterior a socializar en actividades como esta, en las que, confiesa, también está pensando en escribir.

"Entré en la escritura para aislarme de la familia y he continuado en la escritura para aislarme de la familia mundial. Escribir me permite aislarme. Es una paradoja, yo me aíslo del mundo para escribir del mundo, me he movido siempre en esta contradicción. He salido al mundo a vivir historias o a inventarlas, para luego escribirlas", contó.

Además, con el tiempo "me gusta escribir más que antes", por lo que "a veces fuera del escritorio soy un ser como un marciano", alguien que tuvo que aprender a hablar en público para este tipo de actos, confesó.

"Me cuesta todavía bastante, pero no tanto. Es lo más diferente a escribir porque se escribe en soledad (...) Para hablar en público soy un escritor distinto, que tiene dotes teatrales, histriónicas un poco".

Sin embargo, "cuando escribo soy un ser siniestro en un escritorio trabajando duramente para encontrar algo que está dentro de mí y no he encontrado nunca todavía", explicó.

Aunque pueda parecer lo contrario, estar encerrado en una habitación frente a un escritorio es para Vila-Matas el verdadero significado de la libertad.

"Cuando uno está en su escritorio tiene el mundo a su disposición, puede hacer lo que quiera y decir lo que quiera; expresarse con libertad y esto es el valor máximo que he encontrado en la vida, la alegría máxima", indicó.

Ese ha sido el leitmotiv de su obra, hacer lo que le dé la gana, no frenarse por nada y "trabajar siempre saltándome las reglas".

Así, ante la petición de un consejo para un joven con aspiraciones literarias, Vila-Matas responde: "ser fiel a uno mismo como base, en lo que eres, no traicionarte nunca".

Con información de Efe.

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