Con sólo seis días en el cargo, el nuevo jefe de la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), Scott Pruitt, ya tiene un escándalo encima que le puede costar el puesto. Son más de 2.500 correos electrónicos que revelan su estrecha relación con la industria petrolera y eléctrica, que ahora tiene que fiscalizar. 

Los correos, hechos públicos por orden de un juez ante una demanda de transparencia, muestran la alianza entre Pruitt, en su etapa de fiscal general de Oklahoma, y las empresas más beligerantes con las regulaciones ambientales.

Este abogado, que desde 2010 ocupa el puesto de fiscal general de Oklahoma, fue confirmado el último 17 de febrero por el Senado de EEUU. Siempre ha defendido las industrias más contaminantes, no cree que los responsables del cambio climático sean responsabilidad del hombre y llegó a demandar 14 veces a la EPA, de la cual es ahora responsable, como fiscal.

Su nominación por parte de Donald Trump generó rechazo y preocupación entre los grupos ambientalistas y con razones válidas. Entre los e-mails encontrados hay expresiones como: “¿Alguna sugerencia? ¡¡¡Eres tan increíblemente servicial!!! ¡¡¡Muchísimas gracias!!!”

La EPA ha estado en el centro de los esfuerzos del gobierno de Barack Obama para atacar el cambio climático. Desde allí se han aprobado un conjunto de regulaciones con las que se buscaba obligar a la industria energética a reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Pruitt, al reunirse por primera vez con los funcionarios de la EPA dijo: “Como agencia y como nación podemos ser pro-energía y empleo, y también pro-ambientales. No hay que elegir entre los dos”.

En 2014, Pruitt se alió con los fiscales de otros estados para combatir las regulaciones ambientales, lo que se concretó en una demanda de 28 estados en contra de esas normas. El ahora jefe de la EPA fue un agente importante para las compañías afectadas por las regulaciones.

“Te adjunto un borrador de carta que un grupo de fiscales generales podrían enviar al director de la EPA y a otros en la Administración en respuesta a los intentos de ampliar la regulación de emisiones”, indicaba el vicepresidente de Devon, Bill Whitsitt. La respuesta de Pruitt era de aceptación y de obediencia. “Gracias Bill, empezamos a trabajar con el borrador”.

Pese a que el tema del cambio climático era uno de los puntos en que Trump no había tomado una postura firme, con la elección de Pruitt mandó el mensaje de que apuesta por la activación económica apoyando a las industrias hasta ahora afectadas por las normas ambientales. Sin embargo, este escándalo de las relaciones del nuevo jefe de la EPA con las empresas que debería regular representa un posible conflicto de intereses del que es muy poco probable salga ileso.

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